Viene hacia mí y la felicidad que se da entre nosotros es mutua. |
Boro es quien acompaña, en el real sentido de la palabra, mi vida. Yo elegí formar mi núcleo familiar (para denominarlo de alguna manera) alejándome física y mentalmente de la casa de mis padres para tener mi vida, una vida que sea esta que yo deseo y de la cual soy el real y único artífice.
Y algunas cosas salieron bien, otras muy bien y algunas no tanto. Como todo en la vida, bah.
Y algunas cosas salieron bien, otras muy bien y algunas no tanto. Como todo en la vida, bah.
Pero en lo que respecta a la elección de buscar a mi Toto, búsqueda realizada a conciencia y tan postergada durante mucho tiempo por no considerar otros momentos los oportunos para incorporarlo a mi vida, no tuve mejor acierto que decidirme a llevarla adelante en el tiempo que lo hice, ya que supera la de tantas otras elecciones que tuve que llevar a cabo en este tiempo que llevo viviendo y, por ende, eligiendo.
Boro es una luz que ilumina mi día, a pesar de las tormentas y los contratiempos que puedan aparecer en él. Pase lo que pase yo descanso en saber que Él está y estará conmigo, y entonces ya nada puede preocuparme realmente.
Él me da tanto de su vida, me colma de tanto cariño y sabe estar a mi lado de esa forma casi perfecta que, la verdad, no puedo decir otra cosa que no sea que es un pequeño gran tesoro que tengo la dicha de tener junto a mí.
Las cosas en la vida se dan por algo y todo sucede y tiene su sitio en un determinado momento y lugar porque así tiene que ser. Yo sé que es así y soy de la idea de que las mejores dichas de la vida merecían darse tal y como se han dado. De hecho por eso se han dado.
Y mi perro, representación visible en mi vida de esta premisa que acabo de comentar, es la prueba fiel de que así es. Y yo, gracias a esta prueba fiel, soy feliz, enormemente feliz.
Quizás solo se trate de saber elegir aquello que uno realmente necesita para su vida en el tiempo y contexto justos, y nada más. Quizás sea eso.