miércoles, 4 de junio de 2014

No tengo mascota, tengo a Boro, mi perro.

Si me preguntan si tengo o no mascotas respondo que, ateniéndome al estricto significado que la gente le da a este término donde la misma es un animal querido sí, pero que ocupa "ese" lugar inferior y relegado con respecto a la prioridad que tienen por ejemplo hijos o cualquier otro integrante de la casa, respondo que no, que mascota no tengo.
A continuación, por supuesto, y como corresponde a quien no miente y se expresa (al menos intento hacerlo) con total claridad, digo que sí forma parte de mi hogar, un animal, pero que es solo una parte más de la familia y nunca algo así como una mascota.
No concibo, hace años ya, esa forma de denominar a nuestros compañeros de vida no humanos otorgándoles de esta manera un status inferior dentro de su ubicación en un círculo; sea este familiar, de amigos, o el que sea.
Ellos, los animales, son (deberían serlo al menos) tan importantes como el siguiente integrante de esa familia dentro de la cual se encuentren. Son parte de nuestra familia, nada más ni nada menos que eso.
Por eso cuando me preguntan algo así, rotulando un vínculo de esta manera, mi respuesta es siempre la misma: NO, MASCOTA NO TENGO; TENGO A BORO, MI PERRO.