viernes, 16 de octubre de 2015

Cuando la música suena bajo otra forma.

Este Boro ha venido a robarme el corazón. Definitivamente. Y no tengo ningún prurito en reconocerlo y en maravillarme por sentir todo lo que siento por Él, mi perro, pero también mi familia, mi hijo. Mi vida.
Toto se supo ganar mi amor y mi preferencia con poco, es decir, con nada, o por el contrario con todo, ya que ha sido con ser Él y nada más que con eso que pudo llegar a ganarme por completo.
Él es un bálsamo y una fuente de energía para mí, y guarda que no lo "uso" como algo en beneficio propio y nada más, claro. Ambos, creo, nos vamos nutriendo y fortaleciendo juntos en cada día de este hermoso camino que vamos descubriendo juntos.
Yo carecía, hasta su llegada a mi vida, de esa parte mágica y absolutamente encantadora de la vida de una persona que valora lo auténticamente importante para  vivir, además de la alimentación, la salud, y esas otras cosas inherentes a cada ser humano que son necesarias para luego sí poder disfrutar de estos regalos que la vida nos da y que paradójicamente no todos están dispuestos a recibir y/o aceptar.
Por eso estoy feliz de tenerlo, de que Él me tenga, de estar compartiendo nada menos que la vida y de poder abrazarnos, hacernos mimos, compañía o simplemente mirarnos siempre que lo deseemos porque los dos sabemos que nosotros sí estaremos ahí, siempre, Él uno para Él otro.
Y siempre será siempre. Siempre. Porque el día que uno de los dos deba partir se que el otro asumirá ese momento de la forma que pueda y lo que suceda estará bien de todas formas (espero ser yo quien parta último, no por egoísmo sino para no otorgarle a Él tremendo cimbrón en su vida y porque ya se sabe, los humanos vivimos generalmente más que los animales, los perros, y porque tenemos ─al menos espero tenerlas en mi caso─ más armas para sobrellevar las pérdidas y sobreponernos a ellas).
Pero estamos juntos, y vivos, y el hoy es lo que importa y lo que corroboro cada día en todos los aspectos de la vida; y por eso celebro, festejo, me regocijo, me emociono y vibro a cada instante aunque sólo sea mi fiesta (y la de Él, por supuesto), como no podría ser de otra manera, esta bendición que experimento al saber que me aman y viven para mí simplemente dedicándome la vida y que sólo eso puedo hacer yo también para pagar y corresponder a tanta música expresada en amor y fidelidad.