domingo, 11 de diciembre de 2016

¡Jajajaja!

¡Y pensar que alguna vez
alguien me dijo
que mi mundo era pobre y acotado,
por limitarse ─en gran parte─ al amor hacia mi perro,
hacia mi Boro, no mucho más,
y no tener esas "aspiraciones materialistas"
que todo el mundo tiene!

lunes, 19 de septiembre de 2016

Hoy, en el día de mi cumpleaños...

Tengo la fortuna de tener en mi vida a Boro y eso ya lo dice todo; para mí lo dice todo, claro, pero entiendo que si no deseo que esto quede solo en mí, y que por el contrario se extienda a cuantas más personas sea posible (y que todas estas personas lo entiendan), debo fundamentar un poco al menos mi expresión.
Mi compañero canino es un ángel que vive para darme su amor y su entrega absoluta a pesar de todos los obstáculos que yo, como ser humano en esencia, le pueda poner en el camino de nuestra convivencia.
Yo entendí que El vive por mí y para mí, puesto que hemos llegado a un punto en nuestro compartir en el que tanto nos conocemos y amamos, que yo sé que Él cambiaría todo (si tuviese que elegir y pudiera expresarlo formalmente) por mí, y esto incluye paseos, parques, perritos y perritas con quienes socializar, y hasta comer y hacer cualquier acto básico de subsistencia. No me enorgullece esto, en definitiva, porque sé que si yo le faltara Él no haría nada más para seguir adelante porque es tal la dependencia que tiene por parte de mi ser que solo puede disfrutar de algo más (sea lo que sea) si estoy yo a su lado o me sabe "por ahí", cerquita.
Y en lo que a mí respecta soy un dependiente absoluto y consciente de mi perro ahora que sé que puedo y que es el momento para poner en práctica este absoluto apego que se acerca (podría decir sin miedo a equivocarme: que se iguala) al de cualquier persona ─cualquier padre─ con su hijo, es decir con un ser de su familia que está bajo su cuidado y depende de él, y principalmente de su amor y de su protección, para ser feliz y desarrollarse plenamente.
Por eso, ahora que nos tenemos, y que juntos vamos por la vida disfrutándonos sin ningún reparo ni limitación, siento que soy bendecido diariamente con este regalo, para mí el más hermoso y valioso de todos los que pudiera recibir, que me ha sido dado, y que hoy, día de mi cumpleaños ─dicho con total sinceridad─, no me hace esperar ni desear recibir algo específico porque se que si bien todo será agradecido de corazón yo ya tengo el presente que más quiero y necesito. ♥

domingo, 7 de agosto de 2016

Gratitud por tanto amor recíproco. ♥

Siempre, sea donde sea que nos agarre una foto o nos encontremos con alguien, estaremos juntos. Porque nos necesitamos imperiosamente para ir tranquilos por la vida, siempre juntos.
Para ir tranquilos, decía, sabiéndonos el uno al lado del otro sin ninguna otra preocupación, entonces, que la de ir tranquilos; de que si estamos unidos nada más debe preocuparnos.
El amor que nos tenemos mi Boro y yo es tan importante para nuestras vidas, que es algo así como el motor que a mí, por ejemplo, me hace estar seguro de que nada podrá lastimarme verdaderamente mientras pueda encontrar ese refugio y esa calma que mi espíritu necesita y que obtengo al vincularme con Él. Y para Él, el combustible que lo hace vivir plenamente libre de toda tristeza sintiéndose el ser animal más amado, cuidado y valorado sobre la tierra —aquí conjeturo sobre lo que mi perro puede llegar a sentir; pero de sentir algo no dudo que en esencia, básicamente, esto está sintiendo continuamente.
Y es así. Así estamos y seguiremos estando, unidos eternamente gracias a esta impresionante bendición que tenemos los dos, esa que consiste en sentirnos amados y necesitados por la otra parte sin pedir nada cambio pero dando a la vez todo lo que tenemos, a cada momento, en señal de agradecimiento y gratitud por tanto amor.

miércoles, 8 de junio de 2016

​ ¡Qué otra cosa puedo hacer!

Hoy mi felicidad me lleva a escribir nuevamente estas líneas para Él, el dueño de este blog, ¿quién más sino?
Y es que mi amor hacia Boro, y el que puedo asegurar que siento de Él hacia mí, es tan enorme y tan luminoso que siempre viene a determinar mi ser como el de un privilegiado que no puede hacer otra cosa que no sea abrazar esta felicidad que lo —me— envuelve por completo.
Nunca me cansaré de agradecer, y de gritar y volver a gritar ─hacer esto, desde el hecho de crear un blog para comentar la dicha de compartir mi vida junto a mi perro, así como otras tantas expresiones que hago acerca de este hecho son un grito que voy a seguir dando en el mejor sentido de su significado— mi completa satisfacción por haber reparado en el amor de los animales, específicamente de los perros, como ese bálsamo y fortalecedor mágico que yo podía estar necesitando ante cualquier situación que me tocase afrontar en la vida.
Y afortunadamente tuve la feliz idea de contemplar esta posibilidad de vivir con un perro y es por ello que la vida me ha premiado con el mejor de los regalos que disfruto y celebro cada día: éste tenernos incondicionalmente el uno al otro.
Así, sin más, esto es mi vida gracias a mi perro, un camino que sólo sabe de amor y fidelidad y que nunca, pero absolutamente nunca, pasa malos momentos, de tristeza, enojo, rencor, o algún otro tipo de esos sentires feos y mezquinos.
Entonces: ¡qué otra cosa que agradecer el hecho de ser un hombre feliz —sabiendo que tengo a mi lado a un perro feliz— que no cesar ni un instante de comentarlo, proclamarlo, y compartirlo con todos ustedes!

martes, 7 de junio de 2016

Los dos estamos más grandes, es cierto, y afuera hace tanto frío..

Tengo que aprender a reconocer los nuevos tiempos de mi Boro adulto, de más de ocho años, que en lugar de salir todo el tiempo a la calle, principalmente en épocas de frío como las que estamos atravesando en estos meses, prefiere seguir durmiendo en el sillón, acurrucado en su almohadón de lana, antes que salir corriendo cuando yo le doy muestras de hacer "movimientos previos a una salida" ─ponerme un abrigo, agarrar la billetera, tomar las llaves de casa, ponerle el collar, etc.─
Es que mi amado Boro, si bien no es un perro viejo, ya está en tiempo de decidir para su vida ese cambio de rutinas, con respecto a las que venimos arrastrando de otros tiempos cuando Él era un cachorro; y si bien debo reconocer que esta transición de etapas me moviliza un poco porque siento que ─como todos en la vida─ va creciendo y haciéndose más y más grande también ésto me hace dar cuenta que mi amor por Él también crece a esa misma ─o mayor─ velocidad.
Es así, yo también crezco pero ya sabemos que la vida canina dista mucho de emparejarse con la longitud de la humana y es ahí donde este tipo de cambios que se van dando sobre las necesidades e improntas del animal son marcadas y me llevan a la reflexión.
Que yo espero tenernos muchísimos años más y disfrutarnos y amarnos como lo venimos haciendo hasta ahora, de eso no hay dudas y no dudo que así será. Nosotros dos, mi Boro y yo, nos necesitamos y tenemos que nutrirnos uno del otro todavía mucho tiempo más para que cuando, algún día lejano, debamos separarnos en este camino terrenal, podamos hacerlo sin reclamar nada a nadie ni a nada porque fue nuestro tiempo un inmejorable momento que pudo ser disfrutado hasta el arrobamiento y por eso solo asumir la postura de agradecer por tal motivo. 
Los dos estamos más grandes, es cierto, y afuera hace tanto frío...

jueves, 2 de junio de 2016

domingo, 1 de mayo de 2016

La certeza de tenernos siempre ahí.

Escribo esto con la emoción a flor de piel. ¿Por qué? Porque amo a mi Boro y ése es motivo suficuente para sentirme así. Dicho esto, les cuento que para mí con ver caer la tarde cada día teniendo a mi lado a mi querido perro, alcanza.
Puedo garantizarles que nada tiene más importancia, al menos en esta etapa de mi vida, que verlo feliz a Él y sentir que, por estar junto a mí, compartiendo su vida, no tiene más que saberse el más amado.
Es tan bueno, éste hijo mío del corazón, y es tan inmenso todo lo que Él me da cada día con su presencia y su amor, que no puedo menos que desearle la felicidad más pura y absoluta en todo momento y con todo mi corazón, como muestra de agradecimiento por ser así.
Yo lo amo y Él me ama, y nuestro amor y compañía nos ayudan a ser cada día felices no aspirando a otra cosa que a la plena vida del otro.
Yo pienso que no habría tanta tristeza en el mundo si todos "los tristes" experimentaran la compañía de un animal, fundamentalmente de un perro, que, habiendo llegado a ser domesticado a niveles extremos pudiendo integrarse a la vida humana y haciendo de ambas vidas ─la animal y la humana─ una mejor experiencia sin lugar a dudas, ha llegado a ser de los mejores bálsamos y energizante naturales para esta humanidad tan "enloquecida y entristecida".
Y aquí lo ven, durmiendo en absoluta tranquilidad por saberse cuidado por mí, teniéndome a su lado siempre y pudiendo descansar sin temor a que yo no esté ahí, por tener la certeza de que lo estoy cuidando y amando a cada instante. Algo que es descontado que también hace Él conmigo a cada segundo.
Y así somos y así vamos por esta vida cada día, disfrutándonos y celebrando el hecho de tenernos continuamente.

miércoles, 27 de abril de 2016

Volvimos a esa placita diferente.

En un instante de ese domingo, de regreso en
la pequeña Plaza Cataluña.
Este atardecer del domingo pasado, 24 de abril de 2016, volvimos después de más de un año a una plaza pequeña ubicada a la vera de la avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, nuestra ciudad, mi Boro y yo.
Y regresamos, luego de transcurrido tanto tiempo de no visitarla, porque entre molestias a la patita de Toto que el año pasado se hicieron frecuentes ─luego de un veraneo en el que forzó por demás su rodilla derecha─, fiaca para llegarnos hasta este lugar que queda a más de 20 cuadras de casa, costumbres que se van modificado temporalmente con respecto al camino elegido a recorrer en nuestras salidas diarias (las que hacemos cada atardecer/anochecer Él y yo), y algunos otros componentes de "éste no visitar" la pequeña Plaza Cataluña, porque se ve que sentimos ganas de hacerlo y una cosa fue llevando a la otra hasta que en determinado momento ya estaba todo dado para acercarnos hasta ahí.
A Boro le encanta este recorrido que nos aleja de todo y nos ubica en esta plaza en la que, por estar ─repito─ pegada a la avenida más ancha del mundo siendo a la vez ésta (la plaza) tan pequeña, uno experimenta al estar en ella que se encuentra en algo así como un pedacito de tierra que es ajeno a la ciudad, y a las calles y avenidas que la circundan, quedando suspendida (el lateral que da hacia la 9 de Julio queda elevado sobre una ladera pequeña, pero superior en altura con respecto a la avenida, al fin) y siendo, al menos para nosotros (para mí y, al sentir todo tan a la par con mi perro, asumiría que para Él también), un recinto especial y diferente al resto de plazas, parques y lugares de nuestra ciudad.
Y este domingo pasado, volvimos. Y lo disfrutamos porque sabemos que hace tiempo que deberíamos habernos acercado a este lugar, aunque por motivos ya comentados, y otros que ni siquiera nosotros imaginamos, estuvimos retrasando bastante este momento.
Momento especial, por cierto, como todos los que vivimos juntos mi perro y yo. Por tal motivo quise compartirlo con quienes lean esta entrada de blog, o mejor dicho quisimos compartirlo, porque este blog es de Boro y yo solo oficio de mero puente o intermediario entre 
Él ─el protagonista y rey de este sitio web─ y quienes por aquí pasen, lean y disfruten de nuestra vida compartida y reflejada en estas letras.
Espero que disfruten entonces, con la lectura de este momento de nuestras vidas juntas, al menos una pizca de lo que hemos disfrutado Boro y yo esa tarde de domingo de otoño. También, como siempre, juntos.

viernes, 25 de marzo de 2016

Él me motiva.

Yo me motivo a escribir especialmente cuando estoy con mi perro en el parque.
Esos anocheceres que paso junto a mi hijo del corazón ─yo tirado en el pasto mientras Él anda husmeando e investigando todo el lugar─ son los mejores momentos del día que tengo y que aprovecho de la manera que surjan, a veces escribiendo, otras simplemente contemplando el lugar y mirando a mi Boro, y otras haciendo absolutamente nada ─pero nada de nada, en serio─ vegetando en el parque, olvidado de todo lo que acontece y me rodea, y cargando mis energías, por supuesto, con esta modalidad off que asumo.
Pero si hay algo que sucede en estos momentos vividos en el parque que hace que logre una total armonía y serenidad en mi cuerpo, en mi mente, en mi corazón, en mi alma y en mi espíritu ─fortaleciéndome por sobre cualquier herida que haya provocado en mí un avatar con el que haya tenido que enfrentarme en algún momento del día o de la semana─ es que me siento absolutamente natural y nada contaminado con el mundo humano, ese que tantas veces tanto mal nos hace en sus distintas facetas.
Es así que el compartir gran parte de mi día ─DE MI VIDA─ con mi perro, y fundamentalmente los atardeceres en el parque, me hace sentir pleno, rearmarme para continuar y seguir adelante, y ser mejor persona, definitivamente.
Por este motivo hoy comparto esta experiencia, que vivo a diario junto a Boro, con quienes lean esta entrada de blog, porque sé que las buenas nuevas siempre hay que compartirlas, porque de nada sirve quedárselas para uno solo y privar quizás a alguien que disfrute, se vea reflejado, o simplemente se alegre de corazón al darse cuenta que hay gente que ─aún hoy en día─ puede disfrutar de la vida con pequeñas, simples y maravillosas cosas de su día a día.

domingo, 13 de marzo de 2016

Nunca, nada ni nadie.

Siempre nos unirán infinidad de cosas a mi Boro y a mí, ya sean momentos, historias compartidas, motivos varios, experiencias, y la vida misma.
Es que nosotros dos vamos muy juntos por la vida. Inseparable es nuestro caminar en este momento del destino que, felizmente, nos ha juntado para ir a la par. Sí, ya sé que es una frase dicha pero no hay nada comparable al hecho de ir juntos a la par; y con Él, nosotros, vamos de esa manera por la vida.
Mi Boro hace que tenga que usar el adjetivo posesivo antes de nombrarlo para de esta manera, haciéndome un mimo, recordar que me pertenece en toda su existencia al igual que, por supuesto, yo también soy suyo por todo lo que dure nuestro transitar acompañándonos mutuamente.
Y ¿qué mejor que sentirse tan pertenecido por y hacia alguien cuando esa pertenencia sólo remite a la pureza, al desinterés, a la fidelidad y en definitiva al amor en su punto más simple?
Puedo asegurarles que hace tiempo he dejado atrás el prurito que hubiese podido sentir otrora al momento de que se me relacione emocionalmente ligado a mi perro ya que he comprendido que este tipo de vínculos sólo puede hacer mella en un pensamiento muy básico, pobre y limitado de quien no sabe apreciar a nadie más que no sea de su clase y especie, motivo por el cual por otro lado tampoco me interesa ser considerado, en ninguna de sus formas, por tales seres.
Como les decía, a mi Boro y a mí no dejan de unirnos diferentes cosas todo el tiempo así que podrán imaginarse que nunca nada ─ni nadie─ va a separarnos.

miércoles, 9 de marzo de 2016

De corazón a corazón. ♥ → ♥

Siempre seré un agradecido por compartir esta etapa de mi vida junto a Boro. Siempre. Agradecido a todo porque no quiero escatimar en agradecimientos.
La incorporación de esta vida de cuatro patas a la mía ha significado mucho más que la compañía que un perro puede ofrecerle a un ser humano. Boro viene a representar todo lo positivo y lo bueno que, dejando a un lado lo material y lo humano, esta vida puede ofrecerme porque cada vez que lo miro, lo abrazo, lo beso o le expreso mi cariño de alguna forma siento que no hay nada, pero absolutamente nada, en esta vida que pueda pagarse ni compararse con estos momentos.
Lo amo con todo mi corazón y al saberme tan amado por Él la felicidad que inunda mi pecho es absoluta. Créanme, absoluta y bien real.
Yo quiero compartir, siempre que pueda, todo lo grandioso que significa poder empaparse de la pureza, la dulzura y la honestidad de un compañero de vida animal para, en cualquier momento, inducir a quien me esté leyendo ─si es que aún no ha sido bendecido con tal fortuna─ a optar por la opción de incorporar a su vida un compañero animal; a su casa, integrándolo definitivamente a su gran o pequeña familia.
Sé que el tiempo compartido junto a Boro jamás se irá de mi corazón, de mi mente, de mi vida. Y si bien espero con todas mis fuerzas y mis ganas que tengamos millones de años por delante juntos ─en esta vida terrenal─ sé que en algún momento esta unión meramente tangible se verá cortada, porque así es la ley de la vida, y es por este motivo que HOY disfruto hasta el hartazgo de tenerlo, de que me tenga, de tenernos, y de ser los más felices sobre esta tierra, Él y yo, gracias al amor y la fidelidad que nos brindamos.
Es una emoción pura mi vida junto al amoroso Boro. No puedo menos que estar eterna y felizmente agradecido al Universo por haber hecho que sea Él quien vino a acompañar mis momentos de soledad y toda mi vida, ya fuese ésta, sola o acompañada.
Éste blog hace honor al vínculo entre mi Boro y yo y es por este motivo que con mayor o menor intensidad las entradas van demostrando de una u otra manera todo esto que muchas veces se vuelve inexplicable con palabras pero que intento transmitir con la mayor fidelidad y pureza posibles como lo haría Él, quizás, si pudiese expresarse con respecto a lo nuestro.
Sepan comprender entonces el posible "rebuscamiento" de algunos párrafos y lean solo con el corazón, por favor, porque en definitiva lo que de ahí sale solo podrá ser entendido cabalmente si por ahí se recibe.

lunes, 7 de marzo de 2016

¿El motivo?

¡¡Qué grande que soy!! ¡¡Y qué feliz me siento!!
¿El motivo?
Bueno, ya se sabe, una imagen vale más que 1000 palabras...



viernes, 4 de marzo de 2016

Mi Boro positivo ─ Mi polo positivo.

Boro y yo tenemos nuestros momentos de tensión, como sucede en todas las familias, por supuesto. Pero estos momentos, a diferencia de los que se dan entre los humanos, son fugaces instantes en los cuales, básicamente yo, por supuesto, expreso alguna frustración mía obtenida en el trato con otros de mi especie, la humana, injustamente sobre Él.
A decir verdad Él jamas tiene una cuota agresiva o de tensión hacia mí, jamás, nunca. Así que debo reformar el comienzo de este relato y decir, ahora sí, que Boro y yo experimentamos en nuestro vínculo alguna que otra tensión, producto de necedades mías y de nadie más.
¡Qué bárbaro que haya querido comenzar esta enterada de blog incluyéndonos a los dos en una forma de ser tan miserable y propia de los seres humanos! ¡Que bárbaro! Afortunadamente pude darme cuenta a tiempo y modificar la idea, dejando la inicial y no borrando nada para expresarme fiel y sinceramente como lo hago siempre en este blog que sólo trata del amor y de la dicha de compartir mi vida junto a Él.
En definitiva, mi Toto es un remedio para todo eso feo y bajo/rastrero que suelo mostrar y expresar, producto de mi esencia básicamente humana, que me ayuda a modificarme constantemente, creciendo y pudiendo ser mejor persona gracias al vínculo que nos une y nos bendice.
Ya lo he dicho alguna vez pero vale repetirlo porque la idea es muy positiva: deseo fervientemente que todas las personas alguna vez, en algún momento de su vida, puedan experimentar la gracia y la enorme felicidad de compartir su vida junto a un animal. Realmente lo deseo, y se lo deseo a todos.
Ya lo ven, una entrada que apuntaba hacia otro lugar terminó modificándose y hablando de algo absolutamente diferente, y es que así suele pasar todo en mi vida junto a Boro: todo lo negativo, como en este caso era el hecho de hablar de las tensiones en nuestro vínculo, se transforma en algo absolutamente luminoso y positivo como termina siendo el deseo de que todas las personas puedan experimentar el amor de compartir la vida junto a un animal en algún momento de sus vidas, valga la redundancia.
Les deseo una vida feliz, junto a un animal, entonces, a todos. Tan feliz como la mía y como lo que representa en mi existencia tener a mi perro a mi lado, siempre, bien cerquita mío.

domingo, 28 de febrero de 2016

¡Lo necesito!

Yo sé que lo único que tengo en esta vida al 100% es a mi perro. Es por eso que también hago (intento al menos) que Él pueda contar conmigo a este nivel.
Porque yo sé que, incondicionalmente, sólo lo tengo a Él, a mi dulce Boro, que siempre estuvo, está y estará cuando lo necesite, es decir, siempre y en todo momento.
Porque a mí todo lo demás, la parafernalia del mercado que es lo que generalmente pueden proveerte quienes no te consideran realmente como uno desea ser tenido en cuenta, a mí eso me tiene sin cuidado, sinceramente. A mí todo lo que sea sobra de tiempo no me llega nunca al corazón ni a lo profundo de mi ser. El tiempo regalado, o simplemente utilizado junto a uno, porque es el tiempo que queda, no me conmueve; al menos cuando siempre se da de esta forma, sin excepciones.
Por eso es que nuevamente necesito declarar todo mi agradecimiento y mi admiración hacia El Perro que acompaña fielmente mi vida desde hace ocho años, desde ese momento en que con apenas 50 o 60 días llegó a mi casa para no separarse nunca más de mí. Él es mi corazón de cuatro patas, ese que siempre va estar feliz de tenerme a su lado no pidiéndome nada cambio y sólo exigiéndome con su naturaleza que yo siga conservando y manteniendo la mía para de esta manera poder los dos, perro y hombre, juntos en este vínculo hermoso que tenemos, ser auténticos y felices siempre.
Siempre es felicidad mi vida junto Él y si de las cosas que junto a Él vivo dependiese todo sería felicidad al 100%. Pero aveces prevalecen las otras cosas, las que nada tienen que ver con Él, y entonces a mí me sirve refugiarme en primera instancia en su afecto y su contención y en segundo lugar en las letras, expresándome y compartiendo, para mí mismo básicamente y para quienes lean esta entrada o todas las que tienen este carácter de catarsis, todo lo que brota de mi interior con cada cosa que vivo a cada instante.
Quiero ser feliz, lo necesito, y quiero que mi perro siempre lo sea también; y fundamentalmente quiero que sólo prime la alegría y el agradecimiento en este blog y en mi vida compartida junto a Boro, más que las otras cosas, las de éste tipo, que me hacen cada tanto recurrir a la búsqueda de esta contención que acabo de expresarles.
Por eso: Gracias porque sé que a partir de ahora, este día, este domingo, estaré mejor, porque escribiendo me he encontrado nuevamente con mi ser, con quien realmente soy, en mi calma y en mi serenidad que son básicamente las que vos, mi amado perrito, me transmitís estando aquí, conmigo. Gracias otra vez, eternamente agradecido. Te amo.

jueves, 25 de febrero de 2016

La magia nos tocó a mi Boro y a mí esta tarde. Créanme que así fue.

Algo maravilloso acaba de pasarnos a Boro y a mí al finalizar la tarde de este jueves. Pero maravilloso realmente.
Estábamos sentados uno junto al otro, en el parque, mientras yo leía a Houellebecq y Él descansaba con estos primeros frescos que estamos sintiendo en este febrero en la ciudad, y una mariposa, increíblemente bella y graciosa en su forma de moverse, nos sobrevoló, a mí frente a la altura de mis ojos planeando y manteniéndose suspendida de una forma única que solo se ve en las películas y a Él sobre su lomo en toda su extensión hasta llegar a su cabeza; primero acercándose a mí en su sobrevuelo y posándose sobre las hojas del libro abierto que tenía en mis manos mientras la observaba, y luego haciendo el recorrido que comenté sobre mi Boro para posarse también sobre su cabeza a la altura de sus orejas y, entonces sí, una vez hecho todo este mágico espectáculo, retomar su vuelo muy tranquila, pasando nuevamente frente a mí, para perderse finalmente en la inmensidad del anochecer.
Cabe agregar que nosotros estábamos sentados en un monumento de esa plaza pública que está muy iluminado, como pueden ver en la fotografía que tomé ni bien ocurrió lo que les cuento, y que por lo tanto esa luz casi excesiva, que servía para que yo pudiese leer a pesar de haber caído la tarde, hizo que este ser volador se viera tan radiante, luminoso y perfecto.
A decir verdad no sé cuáles fueron las causas reales de la grandeza de lo experimentado ni puedo atribuírselas a nada específico, pero sí sé que ese breve instante que no habrá durado más de 10 o 15 segundos me provocó una alegría extraña (de hecho me sonreí, porque lo recuerdo muy claramente) y sentí algo así como si hubiéramos sido mimados mi Toto y yo, o visitados, si se quiere, por algo o alguien muy especial que solo se acercó a nosotros para tocarnos, hacernos sentir bien y seguir su camino. Fue mi pecho el que se emocionó y me hizo sentir lo que les cuento.
Fue hermoso. Realmente no sé si habré podido llegar a describirlo con la total intensidad de lo que representó para mí, y espero que para mi Boro también; pero me encantó vivirlo sin haber estado a la espera de nada esa tarde, y ser capaz de permitirme experimentar este tipo de cosas sin mayores vueltas que las de "si pasan, ¡bienvenidas y bien disfrutadas sean!"

Además, ya se sabe que todo en mi vínculo con Boro es diferente a lo veloz y locamente empedernido que se da todo en el carril de la vida cotidiana, así que no es de extrañar que vivamos juntos, por supuesto, estos regalos que el Universo nos hace, seguramente porque sabe que nos hacen bien y no los dejamos pasar sin prestarles su debida atención.

lunes, 22 de febrero de 2016

Pregunta, afortunadamente, sin respuesta.

MUCHAS VECES ME PREGUNTO:
¿qué haría yo sin mi Boro,
al menos qué haría en este momento de mi vida
ya que he vivido gran parte de ésta sin Él
hasta el momento en que decidí sumarlo a mi lado?



Y SIEMPRE LLEGO A LA MISMA RESPUESTA:
El momento bendito de nuestro presente
nos encuentra juntos,
lo pone a Él a mi lado;
y ante tanta dicha no necesito llegar a ninguna otra conclusión
que la de no tener, ni forzar, respuesta alguna
ya que este maravilloso momento actual
colma y rebasa cualquier incertidumbre.
Dicho en otras palabras:
nuestro presente, eterno e infinito,
será siempre la respuesta para todo lo que tenga que ver con
mi Boro y yo.

viernes, 19 de febrero de 2016

Nosotros, juntos.

Nosotros, juntos. Porque juntos no molestamos a nadie y nadie nos molesta.
Nosotros, juntos. Porque juntos somos felices y lo único que nos importa en esta vida es exactamente eso, ser feliz.
Nosotros, juntos. Porque nos conocemos tanto que nadie sabrá qué necesita el otro, como Él y yo, con respecto a nuestro vínculo de pureza y sencillez.
Nosotros, juntos. Porque cuando no lo estamos nos sentimos incompletos, sin hacer mención a que nos extrañamos horrores.
Nosotros, juntos. Porque juntos descubrimos que no se necesita de nada costoso ni imposible para estar plenos y sentirnos bien.
Nosotros, juntos. Porque juntos aprendemos, a cada momento y reflejamos lo mejor de cada uno en los demás.
Nosotros, juntos. Porque juntos es como queremos estar.
Nosotros, juntos. Porque juntos podemos ser nosotros mismos y no debemos estar esperando a nada ni a nadie para ser.
Nosotros, juntos. Porque no somos los primeros que revalorizamos la relación hombre-animal y así fuésemos los únicos seguiríamos así.
Nosotros, juntos. Porque nos tenemos a cada instante sin ningún pretexto o excusa para fallarnos.
Nosotros, juntos. Porque juntos somos Boro y Facu y no un perro o un hombre que andan por la vida sin una certera querencia.
Nosotros, juntos. Porque juntos comenzamos a estar hace ocho años y así seguiremos hasta que la vida nos lo permita.
Nosotros, juntos. Porque nuestro compartir es de las mejores cosas que nos han pasado en la vida.
Nosotros, juntos. Porque juntos es como debemos estar.
Nosotros, juntos. Porque nos amamos.
Nosotros, juntos. Porque la vida es un regalo que hay que aprovechar de la mejor manera y juntos la vivimos de manera especial.
Nosotros, juntos. Porque la plenitud de sentirse acompañado, valorado, admirado, necesitado y amado es algo que viene a colmarnos a los dos en todo lo que cada uno ofrece en este vínculo, pequeño e insignificante para el mundo pero el más enorme y hermoso para Él y para mí.
Por eso: Nosotros, juntos. Sí, bien juntos.

lunes, 8 de febrero de 2016

Quiero dar las gracias.

Podría reflexionar eternamente sobre la vida, de hecho lo hago en la mayoría de las entradas de mi otro blog De todo como en Botica, pero desde hace muchos años, unos ocho aproximadamente, todo mi saldo siempre es positivo por esta belleza que pueden apreciar en la foto, inspirador absoluto de este blog.
Y sí, mi perro, llamado Boro, me ha ganado el corazón de una manera increíble y lo amo tanto que, mientras Él esté a mi lado, siempre todo en nuestra vida juntos estará cubierto de ese bálsamo que yo necesito y Él necesita para vivir todo más completa e intensamente. Para que todo en nuestras horas sea algo lindo, protegido, cuidado y siempre brillante y digno de ser puesto en valor.
Lo amo. Inmenso es mi amor por Él. Es único. Llegó a mi vida para mejorar mi existencia y para demostrarme que todo lo que no sea amor, paseos al sol, mimos y simplicidad no tiene el valor que yo quizás le daba antes de tenerlo compartiendo su vida conmigo.
Y no es que ponga todo en Él para tapar cosas ni nada por el estilo. Tengo bien claro el otro carril, el de la vida "de los humanos", que por supuesto me incluye; pero resulta que puedo considerarme afortunado de poder zambullirme de cabeza al carril que mejor me hace y que más disfruto vivir que es el de la vida pura y simple que solo quienes convivan o hayan convivido con un animal entenderán mejor a qué me refiero.
Y como de las compañías que el ser humano puede tener y disfrutar las dos que más celebro son la de la música y, por supuesto, la (compañía) animal ahora quiero dar las gracias por las canciones (como dice la letra de Thank you for the music, del grupo ABBA) y por los animales, POR MI PERRO, por supuesto.

domingo, 7 de febrero de 2016

¡FELIZ CUMPLEAÑOS BORO, COMPAÑERO DE RUTA!

SIEMPRE JUNTOS NOSOTROS DOS.
HOY, EL DIA DE TU CUMPLE,
MUCHO MÁS.


TE AMO CON TODO MI CORAZÓN.
TE AMO CON TODA MI VIDA.
GRACIAS POR ESTAR.

viernes, 5 de febrero de 2016

Mío, mío, absolutamente mío.


Mi Boro es de lo mejor que me ha pasado en la vida; porque ya se sabe que los hijos, por ejemplo, superan cualquier otra experiencia y relación vivida en la vida de sus padres, y como yo hijos humanos no tengo he decidido tener perro en mi vida y concederle ese lugar tan importante,
motivo por el cual puedo volver a decir que
mi BORO
es de lo mejor que me ha pasado en la vida.

lunes, 1 de febrero de 2016

Y sí, teníamos que regresar...

Estuvimos de vacaciones en el océano, nuestro destino favorito de todos los escenarios naturales que se pueden visitar durante un verano típico, y los 35 días que pasamos entre playas, días soleados y alguno que otro no tanto, cosas ricas, momentos divertidos, tiempos de mimos y tantas otras cosas, fueron y serán inolvidables como cada verano.
Disfrutamos mucho de nadar, de jugar en la arena, de pasear, de arrojar la "Pulpito" (la pelota) al mar -yo- e ir nadando a recogerla -Él-, de caminar, de correr, de sentir cada instante de ese tiempo de relajación y disfrute que ofrece el estar veraneando, y de estar desconectados del mundo de todos los días.
Pero desconectados en serio, a lo grande. Para ello yo me desprendí de todo eso con lo que esta vida moderna me empapa tanto a mí como, por caracter transitivo y por tener que esperarme o vaya a saber que otra cosa a causa de que yo ande "conectado", a mi Boro; y por eso decidí olvidarme de todo lo que a diario me ofrece la conectividad de mi smartphone (Facebook, Twitter y G+ por ejemplo, desinstalando las apps de mi iPhone) y fue así que pude dedicarme todo el mes y días a ser un apreciador de la belleza que la naturaleza me brindó diariamente durante ésta, una de las tantas visitas que hacemos con mi perro y con mi pareja a la costa, específicamente a Mar del Plata, pero esta vez de manera especialmente relajada por ser la de la estadía más prolongada, la del veraneo.
Y fuimos felices los tres, pero Boro especialmente; lo sé, puedo saberlo a ciencia exacta porque lo conozco tanto y es tanto el amor que nos une y nos conecta que muchas veces (podría decir siempre) su felicidad la siento muy dentro mío y puedo yo vibrar a su par.
Y el llegar a Buenos Aires significa, en lo que a nuestra relación y costumbres compartidas tiene que ver, volver a reiniciar como cada año, como cada febrero, nuestras rutinas compartidas de las salidas largas al atardecer por ejemplo, como pueden ver en la foto que ilustra esta entrada de blog; rutinas que no hacen más que seguir estrechando nuestro vínculo y acrecentando nuestra unión inseparable y definitiva que se resume en nuestro amor recíproco e incondicional.
Y aquí estamos ahora entonces, en nuestra cuidad, sin mar es cierto, pero con los mejores recuerdos de unos, nada despreciables, largos días marinos.
Y somos felices, auténtica y sinceramente felices. Y continuamos nuestro camino compartido, felices también y nutriéndonos de todo lo que esta vida nos ofrece a todo momento y de aquello (lo más importante diría yo) que nosotros dos nos ofrecemos y brindamos mutuamente al habernos descubierto como compañeros genuinos y absolutamente necesitados el uno del otro.