domingo, 1 de mayo de 2016

La certeza de tenernos siempre ahí.

Escribo esto con la emoción a flor de piel. ¿Por qué? Porque amo a mi Boro y ése es motivo suficuente para sentirme así. Dicho esto, les cuento que para mí con ver caer la tarde cada día teniendo a mi lado a mi querido perro, alcanza.
Puedo garantizarles que nada tiene más importancia, al menos en esta etapa de mi vida, que verlo feliz a Él y sentir que, por estar junto a mí, compartiendo su vida, no tiene más que saberse el más amado.
Es tan bueno, éste hijo mío del corazón, y es tan inmenso todo lo que Él me da cada día con su presencia y su amor, que no puedo menos que desearle la felicidad más pura y absoluta en todo momento y con todo mi corazón, como muestra de agradecimiento por ser así.
Yo lo amo y Él me ama, y nuestro amor y compañía nos ayudan a ser cada día felices no aspirando a otra cosa que a la plena vida del otro.
Yo pienso que no habría tanta tristeza en el mundo si todos "los tristes" experimentaran la compañía de un animal, fundamentalmente de un perro, que, habiendo llegado a ser domesticado a niveles extremos pudiendo integrarse a la vida humana y haciendo de ambas vidas ─la animal y la humana─ una mejor experiencia sin lugar a dudas, ha llegado a ser de los mejores bálsamos y energizante naturales para esta humanidad tan "enloquecida y entristecida".
Y aquí lo ven, durmiendo en absoluta tranquilidad por saberse cuidado por mí, teniéndome a su lado siempre y pudiendo descansar sin temor a que yo no esté ahí, por tener la certeza de que lo estoy cuidando y amando a cada instante. Algo que es descontado que también hace Él conmigo a cada segundo.
Y así somos y así vamos por esta vida cada día, disfrutándonos y celebrando el hecho de tenernos continuamente.

No hay comentarios: