En un instante de ese domingo, de regreso en la pequeña Plaza Cataluña. |
Este atardecer del domingo pasado, 24 de abril de 2016, volvimos después de más de un año a una plaza pequeña ubicada a la vera de la avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, nuestra ciudad, mi Boro y yo.
Y regresamos, luego de transcurrido tanto tiempo de no visitarla, porque entre molestias a la patita de Toto que el año pasado se hicieron frecuentes ─luego de un veraneo en el que forzó por demás su rodilla derecha─, fiaca para llegarnos hasta este lugar que queda a más de 20 cuadras de casa, costumbres que se van modificado temporalmente con respecto al camino elegido a recorrer en nuestras salidas diarias (las que hacemos cada atardecer/anochecer Él y yo), y algunos otros componentes de "éste no visitar" la pequeña Plaza Cataluña, porque se ve que sentimos ganas de hacerlo y una cosa fue llevando a la otra hasta que en determinado momento ya estaba todo dado para acercarnos hasta ahí.
A Boro le encanta este recorrido que nos aleja de todo y nos ubica en esta plaza en la que, por estar ─repito─ pegada a la avenida más ancha del mundo siendo a la vez ésta (la plaza) tan pequeña, uno experimenta al estar en ella que se encuentra en algo así como un pedacito de tierra que es ajeno a la ciudad, y a las calles y avenidas que la circundan, quedando suspendida (el lateral que da hacia la 9 de Julio queda elevado sobre una ladera pequeña, pero superior en altura con respecto a la avenida, al fin) y siendo, al menos para nosotros (para mí y, al sentir todo tan a la par con mi perro, asumiría que para Él también), un recinto especial y diferente al resto de plazas, parques y lugares de nuestra ciudad.
Y este domingo pasado, volvimos. Y lo disfrutamos porque sabemos que hace tiempo que deberíamos habernos acercado a este lugar, aunque por motivos ya comentados, y otros que ni siquiera nosotros imaginamos, estuvimos retrasando bastante este momento.
Momento especial, por cierto, como todos los que vivimos juntos mi perro y yo. Por tal motivo quise compartirlo con quienes lean esta entrada de blog, o mejor dicho quisimos compartirlo, porque este blog es de Boro y yo solo oficio de mero puente o intermediario entre Él ─el protagonista y rey de este sitio web─ y quienes por aquí pasen, lean y disfruten de nuestra vida compartida y reflejada en estas letras.
Y regresamos, luego de transcurrido tanto tiempo de no visitarla, porque entre molestias a la patita de Toto que el año pasado se hicieron frecuentes ─luego de un veraneo en el que forzó por demás su rodilla derecha─, fiaca para llegarnos hasta este lugar que queda a más de 20 cuadras de casa, costumbres que se van modificado temporalmente con respecto al camino elegido a recorrer en nuestras salidas diarias (las que hacemos cada atardecer/anochecer Él y yo), y algunos otros componentes de "éste no visitar" la pequeña Plaza Cataluña, porque se ve que sentimos ganas de hacerlo y una cosa fue llevando a la otra hasta que en determinado momento ya estaba todo dado para acercarnos hasta ahí.
A Boro le encanta este recorrido que nos aleja de todo y nos ubica en esta plaza en la que, por estar ─repito─ pegada a la avenida más ancha del mundo siendo a la vez ésta (la plaza) tan pequeña, uno experimenta al estar en ella que se encuentra en algo así como un pedacito de tierra que es ajeno a la ciudad, y a las calles y avenidas que la circundan, quedando suspendida (el lateral que da hacia la 9 de Julio queda elevado sobre una ladera pequeña, pero superior en altura con respecto a la avenida, al fin) y siendo, al menos para nosotros (para mí y, al sentir todo tan a la par con mi perro, asumiría que para Él también), un recinto especial y diferente al resto de plazas, parques y lugares de nuestra ciudad.
Y este domingo pasado, volvimos. Y lo disfrutamos porque sabemos que hace tiempo que deberíamos habernos acercado a este lugar, aunque por motivos ya comentados, y otros que ni siquiera nosotros imaginamos, estuvimos retrasando bastante este momento.
Momento especial, por cierto, como todos los que vivimos juntos mi perro y yo. Por tal motivo quise compartirlo con quienes lean esta entrada de blog, o mejor dicho quisimos compartirlo, porque este blog es de Boro y yo solo oficio de mero puente o intermediario entre Él ─el protagonista y rey de este sitio web─ y quienes por aquí pasen, lean y disfruten de nuestra vida compartida y reflejada en estas letras.
Espero que disfruten entonces, con la lectura de este momento de nuestras vidas juntas, al menos una pizca de lo que hemos disfrutado Boro y yo esa tarde de domingo de otoño. También, como siempre, juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario