miércoles, 21 de mayo de 2014

Ese sí que es para siempre.

Este blog es para que yo destelle todo mi amor hacia mi compañero de vida, canino, Boro. Y por eso es que quiero volver a expresar que lo amo con todo mi corazón y que su dulce compañía es un bálsamo que solo trae buenos momentos a mi vida, además de hacerla más plena y gratificante, sin lugar a dudas.
Él ha sabido entenderme y acompañarme con esa prestancia y esa dulzura que solo puede aparecer en los animales, ellos que no han sido contaminados ni tocados por ningún vicio de todos los que nos abrazan a nosotros.
Y sí, es emocionante para mi redescubrir a cada momento que mi vida ha sido redireccionada, luego de gran parte de haberla vivido de otra manera y privilegiando otras cosas, al objetivo del amor y de entender que solo lo simple y lo carente de toda elucubración es lo que nos salvará de toda esta inmundicia que es estar en esta cárcel que es la vida cuando se la vive para agradar por sobre todas las cosas, para ganar, para competir, para superar al otro, para envidiar, para desear lo que no es propio, y para en definitiva carcomerse internamente en busca de una falsa felicidad enfocada en cualquier cosa menos en la acertada.
Por eso mi Boro es mi corazoncito externo, ese que me lleva a lo mejor de vivir siempre deseando lo mejor para nosotrros y nada más que eso. Nunca el mal a otros, solo lo mejor para nosotros.
Yo lo quiero tanto y Él sabe que así es; por tal motivo hemos llegado a entendernos y a desarrollar una vida juntos que no necesita de nada más que de nosotros dos para que nuestro pequeño vínculo, nuestro pequeño mundo, sea feliz. De ahí en más, relacionarnos con los demás no supone una cuota defícil de pagar sino una capacidad que surge de acuerdo a quien quiera acercársenos y compartir parte de su vida con nosotros.
Sé que nada es para siempre, terrenalmente hablando, lo sé. ¿Pero quién no supone que en el espíritu todo es eterno y más? Yo sé que vivimos felices hoy, nuestro ahora, y que nada más nos importa, basándonos en que el pleno disfrute de nuestro presente será el corolario de una vida de inmensa gratitud, desde ambas partes, que nos acompañará el resto de nuestro paso por este mundo terrenal, sea quien sea que deje primero este plano porque nunca se sabe como son las cosas y lo único que podemos saber a ciencia cierta, y tratando con animales exclusivamente, es que el amor entre ellos y nosotros, ése sí que es eterno, para siempre.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Ese es el objetivo.

Siempre que alguien nos vea por ahí, andando en la calle o en alguna plaza, estaremos juntos; salvo que Él ande corriendo, jugando con otros perritos o tirado en el pasto y yo leyendo o escribiendo en mi smartphone, siempre así estaremos: cerca, pegados o directamente abrazados.
¿Qué es lo que podría resultar extraño de expresarse el afecto mutuo y disfrutarlo ahora que es el tiempo y el lugar de hacerlo?
Yo no voy a dejar pasar ni un segundo de mi vida compartida con Boro, mi compañero animal, ahora que estamos juntos y nos tenemos el uno al otro. Jamás dejaría o relegaría para otro momento una demostración de cariño, jamás.
La nuestra es una relación que muestra el afecto puro y básico en su máxima expresión. Así lo siento y lo veo yo, y me enorgullezco de ello.
No se requiere de nada extra, más allá del amor y la felicidad de compartirse, y hablo a nivel de cualquier tipo de vínculo, para poder ser felices desde ambas partes. Nada, pero nada más. Todo lo demás, son accesorios que solo emperifollan cualquier relación, y nada más.
Por eso siempre que nos vean, a mi Boro y a mi, nos verán cerquita uno del otro, porque no concebimos otra forma de vivir la vida, de transitar este vínculo de compartir, y fundamentalmente de cumplir con el objetivo de habernos encontrado y juntado en esta vida.