lunes, 18 de mayo de 2015

A Él y a mí.


Ya imagino que no debe importarle a nadie, o al menos a casi nadie. Pero resulta que sí me importa a mí, y también a Él, y por ese motivo pierde cualquier relevancia la contemplación de todo desdén que pudiera representar la lectura de la presente publicación a esta entrada de blog ante "algunos" ojos.

El tema es que amo a mi perro y deseo siempre lo mejor para él. Por eso ante demostraciones que dan cuenta de que se siente (es) feliz yo me siento (soy) tan feliz como Él, y como solo Boro podría hacerme sentir en este contexto de una relación hombre/animal.
Y lo veo caminar delante mío, cuando vamos rumbo al parque, y su andar demuestra claramente que es feliz. Su paso, casi al trote, acompañado del movimiento de su cola que ondea de un lado a otro y su actitud, además de su cara claramente risueña y diáfana, lo pintan de cuerpo entero: UN SER FELIZ.
Y es grande sentir y experimentar cotidianamente esto que les relato, es pleno, es hermoso; motivo por el cual me veo movido a querer compartirlo con ustedes y (a consideración de ponderaciones futuras del estilo que sean mediante) lo hago y me congratulo, me emocionó y transmito toda mi felicidad también; que no es otra felicidad diferente de aquella que viven quienes tienen la bendición de ser amados por un compañero animal en algunas etapas de su vida.

¡¡NUNCA PENSÉ QUE YO PODÍA SER CAPAZ DE AMAR TANTO A UN ANIMAL!!
¡GRACIAS TOTO!
NO TENGO MÁS QUE AGRADECIMIENTO POR TU VIDA EN MI VIDA.