lunes, 8 de febrero de 2016

Quiero dar las gracias.

Podría reflexionar eternamente sobre la vida, de hecho lo hago en la mayoría de las entradas de mi otro blog De todo como en Botica, pero desde hace muchos años, unos ocho aproximadamente, todo mi saldo siempre es positivo por esta belleza que pueden apreciar en la foto, inspirador absoluto de este blog.
Y sí, mi perro, llamado Boro, me ha ganado el corazón de una manera increíble y lo amo tanto que, mientras Él esté a mi lado, siempre todo en nuestra vida juntos estará cubierto de ese bálsamo que yo necesito y Él necesita para vivir todo más completa e intensamente. Para que todo en nuestras horas sea algo lindo, protegido, cuidado y siempre brillante y digno de ser puesto en valor.
Lo amo. Inmenso es mi amor por Él. Es único. Llegó a mi vida para mejorar mi existencia y para demostrarme que todo lo que no sea amor, paseos al sol, mimos y simplicidad no tiene el valor que yo quizás le daba antes de tenerlo compartiendo su vida conmigo.
Y no es que ponga todo en Él para tapar cosas ni nada por el estilo. Tengo bien claro el otro carril, el de la vida "de los humanos", que por supuesto me incluye; pero resulta que puedo considerarme afortunado de poder zambullirme de cabeza al carril que mejor me hace y que más disfruto vivir que es el de la vida pura y simple que solo quienes convivan o hayan convivido con un animal entenderán mejor a qué me refiero.
Y como de las compañías que el ser humano puede tener y disfrutar las dos que más celebro son la de la música y, por supuesto, la (compañía) animal ahora quiero dar las gracias por las canciones (como dice la letra de Thank you for the music, del grupo ABBA) y por los animales, POR MI PERRO, por supuesto.

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