miércoles, 8 de junio de 2016

​ ¡Qué otra cosa puedo hacer!

Hoy mi felicidad me lleva a escribir nuevamente estas líneas para Él, el dueño de este blog, ¿quién más sino?
Y es que mi amor hacia Boro, y el que puedo asegurar que siento de Él hacia mí, es tan enorme y tan luminoso que siempre viene a determinar mi ser como el de un privilegiado que no puede hacer otra cosa que no sea abrazar esta felicidad que lo —me— envuelve por completo.
Nunca me cansaré de agradecer, y de gritar y volver a gritar ─hacer esto, desde el hecho de crear un blog para comentar la dicha de compartir mi vida junto a mi perro, así como otras tantas expresiones que hago acerca de este hecho son un grito que voy a seguir dando en el mejor sentido de su significado— mi completa satisfacción por haber reparado en el amor de los animales, específicamente de los perros, como ese bálsamo y fortalecedor mágico que yo podía estar necesitando ante cualquier situación que me tocase afrontar en la vida.
Y afortunadamente tuve la feliz idea de contemplar esta posibilidad de vivir con un perro y es por ello que la vida me ha premiado con el mejor de los regalos que disfruto y celebro cada día: éste tenernos incondicionalmente el uno al otro.
Así, sin más, esto es mi vida gracias a mi perro, un camino que sólo sabe de amor y fidelidad y que nunca, pero absolutamente nunca, pasa malos momentos, de tristeza, enojo, rencor, o algún otro tipo de esos sentires feos y mezquinos.
Entonces: ¡qué otra cosa que agradecer el hecho de ser un hombre feliz —sabiendo que tengo a mi lado a un perro feliz— que no cesar ni un instante de comentarlo, proclamarlo, y compartirlo con todos ustedes!

No hay comentarios: