viernes, 9 de agosto de 2013

Uno más, y no justamente del montón.

Cuido y brindo el mayor bienestar posible a Boro en todo lo que a mi respecta en esfuerzos (placenteros por supuesto) para que Él viva su vida de la mejor manera posible mientras estemos juntos, disfrutándonos y aprovechando este hermoso tiempo que se origina entre nosotros dos, nuestro tiempo.
Boro es uno más para mi, sí, y en esa individualidad radica la importancia y particularidad que Él tiene en mi vida ya que como reza el título de esta entrada no es justamente uno más del montón. Y tengo ejemplos vastos y varios de lo que acabo de decir. A saber, alguno de ellos:
Cosas que en algunos casos no se tienen en cuenta con animales, como si se les presta atención con seres humanos, como por ejemplo si Él a la noche duerme en mi habitación y yo entro a hacer algo teniendo que encender la luz, lo hago sí, pero rápidamente para evitar importunar su sueño con el ruido o con la luz. Algunos directamente consideran al animal como un objeto que no repara en necesidades de confort en niveles tan simples y elementales como éste.
Otra cosa que a esta altura de nuestro vínculo sé que Él contempla y entiende es cuando tengo que pasar por algún lugar donde Él está tirado, abrir una puerta que Él obstruye ubicado justo en el lugar que se necesita tener libre para poder hacerlo, o en alguna otra situación en la que necesito de su colaboración que implique moverse y cambiar de lugar o posición, yo le digo "Permiiisooo" y Boro inmediatamente se levanta y se va a tirar por otro lugar de la casa.
De hecho, a modo de anécdota, una vez estando en la calle, en una vereda muy transitada, una pareja de chicos jóvenes necesitaba pasar (avanzar) por el lugar en el que Boro estaba detenido esperándome frente a una vidriera, y la chica le dijo (inconscientemente seguro) "Permiso", y Boro se corrió dándoles paso a los dos; a lo que la chica, riéndose, le dijo a su novio (palabras más o palabras menos) "Le pedí permiso como si me entendiera. Jajaja!", y yo me abstuve de decirle, porque no justificaba hacer tal explicación y porque era entendible el comentario de la chica, que en efecto mi Boro le había entendido y había respondido a su pedido.
Es muy común ser agradecido con la gente cuando ésta hace algo que uno le pide o necesita, o cuando se muestra dispuesta para con las necesidades propias, en esto no hay discusión, y por lo tanto la palabra "Gracias", tan bella en su significación, es una manera de retribuir la actitud de quien nos complace de alguna u otra manera. Muy bien, "Gracias" es también algo que a diario le digo a Boro cuando su actitud, obediencia, o buena predisposición me generan la automática necesidad de retribuir tales bondades, agradeciéndolas. Y Boro me mira con cada "Gracias" que viene después de alguna acción concreta llevada a cabo por Él, y sé que entiende que ese vocablo que parte de mi boca alude a una felicidad y agradecimiento manifiestos por lo que Él acaba de hacer por mi.
Siempre caminamos por diferentes sitios de nuestra ciudad o de donde sea que nos encontremos (quienes leen este blog lo saben muy bien) y por tal motivo hay palabras que son absolutamente imprescindibles que Boro entienda y responda ante su pronunciación tales como "Pará", "Vení", "Vamos", "Esperá", "Sit", y tantas otras. Pero hay una en particular que a veces sorprende a la gente al ver que Boro responde y actúa en consecuencia ante ella y es "Mirá", ya que si pronuncio esa palabra Él, que generalmente va delante mío, se detiene o sin hacerlo voltea la cabeza y su mirada hacia mi o hacia donde vea que yo señalo con la mano.
Estos son sólo algunos ejemplos del entendimiento al que hemos llegado con Toto, entendimiento que seguramente pueda ser inferior al que hayan abordado otras personas con sus compañeros animales pero que por el momento nos basta a Él y a mi para entendernos y saber como manejarnos en la vida diaria y nuestra.
Por eso, todo esto es a modo de ejemplo de cuanto podemos avanzar en el trato con nuestros amigos ya que es sabido que los perros nos van a entender en la medida que los eduquemos y hagamos con ellos nuestro mejor trabajo de entendimiento mutuo, haciendo entonces de nuestra vida juntos -humano y animal- un placentero, entendido y ameno camino compartido; porque cada animal es uno más, sin dudas, como lo es cada persona para el resto del mundo; pero ahí, en ese lugar que nos atañe a cada uno, el de la intimidad y del afecto incondicional, nadie es uno más del montón y todos nos volvemos fundamentales e imprescindibles para el otro y en conocernos y entendernos radica la cuestión.

No hay comentarios: