jueves, 15 de septiembre de 2011

Si Boro pudo, todos deberían poder.

A mi no me vengan con eso de que "mi perro es agresivo porque de chiquito lo mordieron", o "una vez lo agarró un perro más grande que él y desde entonces se pone como loco cuando se le acercan otros perros" o con ese argumento tan trillado ya de "es un cascarrabias", porque la verdad eso no es ni debe ser así ya que los perros que reaccionan mal ante determinadas situaciones que implican relacionarse con otros seres de su misma especie actúan así porque no han sido debidamente educados en su momento.
Boro, por ejemplo, que ha sido correctamente educado -si lo conocieran podrían dar fe de lo que digo- es un animal que si bien ha reaccionado alguna vez de mala manera en diferentes situaciones, luego y producto de habérsele impuesto la corrección necesaria, ha modificado su actitud para ya nunca más ponerla en evidencia ante iguales situaciones vividas después.
Otra cosa que tampoco sirve como fundamento para apañar malos comportamientos de la especie canina es cuando las personas dicen que el perro tiene en el instinto ese proceder con respecto de los gatos, por ejemplo, que se le cruzan en su camino. Proceder "cuasi asesino" podríamos decir el que se ve en gran parte de perros que van caminado con sus dueños cuando por delante de ellos se aparece un felino.
Bueno, el tema es que a Boro cuando va caminado por la vereda, o se encuentra en una plaza o en un parque, se le puede cruzar un gato, dos gatos y hasta una pandilla entera de gatos que él ni se inmuta. ¿Por qué? Porque una vez (o dos o tres veces, no recuerdo) cuando esto ocurrió yo me impuse y con un enojo de mi parte y una clara demostración de que lo que estaba haciendo en ese momento estaba mal él entendió lo que yo quería hacerle saber, lo incorporó en su estructura de aprendizaje y nunca más lo repitió.
Hay momentos para todo, para el aprendizaje y para el cariño; cosas que van por diferentes canales pero que pueden intercalarse una con otra ya que mientras más se le enseña y el can asimila y aprende es ahí cuando, en recompensa por lo que está sucediendo, hay que introducir felicitaciones y abrazos y mucho alboroto para demostrarle que está bien la respuesta que estamos obteniendo de su parte y de esta forma acelerar el proceso de aprendizaje y fijación de lo que queremos que nuestro amigo animal aprenda.
Hay momento para todo decía, es cierto, y el tiempo de cachorro es el ideal para enseñar a nuestras animales a que se comporten como es debido cuando sean grandes aunque, si bien puede requerir de más tiempo, en la adultez también pueden aprender nuevas cosas nuestros queridos perros.

Así que doy por desterradas las teorías que de una forma u otra justifican los horribles e indeseables comportamientos de los perros. Comportamientos que no tienen que ver con el animal sino, pura y exclusivamente, con su dueño, aquella persona responsable de darle una buena calidad de vida al perro y también a todos los que puedan a llegar a relacionarse e interactuar con él en diferentes momentos, ya sean otros perros, diferentes animales o nosotros, los humanos.

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