Siempre, absolutamente siempre, me deja una experiencia positiva y gratificante este intercambio de momentos que se da entre nosotros.
Por eso, cada día es una nueva experiencia y un nuevo regalo que la vida nos hace tanto a Él como a mi y que se da desde que nos encontramos y nos elegimos mutuamente allá por fines de marzo, principios de abril de 2008.
Siempre suelo decir que soy feliz y que no es para menos con todo lo que vivo a diario junto a Boro, pero esta vez voy a terminar mi entrada diciendo que SOMOS FELICES LOS DOS ya que estaría contando la historia a medias si me quedara sólo con mi parte y no lo incluyera a Él en este sentimiento que sé que se da de ambos lados y nos envuelve constantemente. Es más, a veces siento que seguramente el amor que Boro siente por mi sobrepasa todo nivel de explicación y que aunque yo crea amarlo con la mayor intensidad que se pueda, Él me gana. Y sí, estoy seguro que debe ser así, algo que por otro lado, y como reza la frase de Konrad Lorenz que dice: "El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo a él constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo", a veces me pasa ya que esto habla de la pureza y perfección de ellos, los animales, con respecto a nosotros. Pero bueno, afortunados de nosotros que los podemos tener a nuestro lado. Y sí, sin lugar a dudas; seguro, Él me gana.
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