martes, 22 de mayo de 2012

Nos tenemos el uno al otro.

A medida que pasan los días de mi vida compartida con Boro siento que mi corazón se ennoblece y engrandece cada minuto un poco más y todo debido al amor que me hace experimentar mi adorable compañero canino de vida que sólo ha venido a traer buenos momentos y a despertar los mejores instintos en mi persona.
Por todo esto es que el lugar que ocupa mi Boro en mi vida es justamente ese que Él se ha ido ganando sin la necesidad de apelar a estrategias, como solemos hacer los humanos, y simplemente siendo el mismo, cada día estando ahí a mi lado.
Lo amo, es importante en mi existencia y refleja todo lo bueno que yo tengo y que intento cultivar e incorporar en mi forma de ser.
Su tranquilidad es aquella por la que brego cada día en mi vida. Su alegría innata es la que trato de mantener siempre pese a los diferentes embates que la vida pueda ponerme delante. Su fidelidad es la que deseo ofrecer a quienes están a mi lado, así pura y simple como la que mi perro me ofrece a mi. Su buena predisposición es la que me esfuerzo en ofrecer a cambio de nada como lo hace Boro y no esperando retribución alguna por lo que haga o asienta. Su amor es el que intento brindar bajo la forma y en la medida e intensidad que corresponda a los que me rodeen o interactuen conmigo.
Y Él, todo Él, mi perro es quien me hace un poco más linda la vida cada día, y gracias a este hermoso vínculo que construimos y nos une somos enteramente felices y vivimos los dos pensando y sabiendo que nos tenemos el uno al otro.

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