Puedo asegurar que revalorizo el amor animal dicho más particularmente, hacia Boro, en los momentos en los que me siento desacompañado de la parte humana que hace a mi entorno más próximo en esta etapa de mi vida.
Es un hecho que revalorizarlo en momentos así es una obviedad ya que en feos y tristes episodios uno intenta aferrarse a lo que más precia y valora y es obvio que aquello que aparece inmediatamente, y siempre, será valorado de esta forma; más puedo asegurar también que en todo momento aprecio esta valoración hacia mi compañero animal porque lo considero mi sol, mi afecto más puro e inseparable y mi tesoro invaluable, aquel que no cambiaría ni dejaría, jamás, por nada del mundo.
Es hermoso amar así, en la pureza de estos vínculos. Tanto o más del hecho de ser amadísimo también a cambio, por supuesto.
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