martes, 16 de octubre de 2012

Lo asumo.

Cuando pensaba que Boro no iba a inundar cada aspecto de mi vida con su presencia y su propia vida estaba restando importancia al hecho de incorporar un compañero de vida, animal, y todo lo que esto significa para quien lo lleva a cabo y para el compañero (animal) en cuestión que se elige.
Así fue que Boro llegó a mi vida y si bien al principio me jacté de que era solo un perro y nada más dando por seguro, es más por segurísimo, que nunca caería en las redes de valorarlo de otra forma, puedo decir que al día de hoy me doy cuenta que esa intención manifestada, y quizás sostenida con convicción por ese entonces, se ha visto modificada por un total cariño y una absoluta pertenencia que nos marca y une recíprocamente; ya ni sé desde que momento específico de la creación, mantenimiento y alimentación de nuestro vínculo.
Por eso: me equivoqué al principio con respecto a este tema y lo asumo y comento feliz y campante, ahora.
Boro es mi compañero de vida animal. Lo adoro y siento que junto a Él todo es más feliz en mi vida.
¡¡Vaya si me había equivocado!!

No hay comentarios: