jueves, 20 de octubre de 2011

Entendimiento "Hombre-Perro".

Puedo certificar desde la experiencia que me confiere ser dueño y (a esta altura) conocedor de perros, que el entendimiento entre un animal y su amo llega tarde o temprano, con el tiempo, y al margen de que se haga uso de mayores o menores sistemas de educación, entrenamiento o adiestramiento sofisticado.
Uno le enseña, le repite y le trata de transmitir todo el tiempo diferentes tipos de costumbres y hábitos que desea que el animal adquiera. Y si bien, en la general de los casos de quienes no somos entrenadores profesionales y sólo tratamos de educar lo mejor posible a nuestro perro, siempre aparecen "esos momentos" en los cuales pareciera que todo es en vano y que lo que uno tanto le ha transmitido y sigue transmitiéndole durante toda su etapa de cachorro nunca llega a buen puerto, asoma en algún momento ese rayito de luz que nos devuelve la respuesta "tan esperada" ante una directiva o simplemente ante un gesto o intención acentuada.
Así es, llega ese tiempo de ver los frutos de tantas horas y días de dedicación, repetición y constancia. Siempre llega.
Y es así que un día nos damos cuenta de que nuestro animal, ese perrito, perrita o simplemente amigo que nos acompaña y vive por y para nosotros, es un A-M-I-G-O con todas las letras y su presencia reivindica todo el proceso de educación que hemos llevado a cabo con él.
Algunos (amigos no humanos) responderán más efectivamente que otros, producto de la raza y predisposición a interpretar y asimilar las diferentes consignas que les hemos ido inculcando desde pequeños. Otros serán más despreocupados, verborrágicos y hasta atolondrados en su desempeño y movimientos pero seguramente en algún punto, ese que sólo sus amos pueden llegar a captar, les estarán respondiendo y demostrando que el vínculo entre ambos ya tiene eso característico de toda relación entre "Humano-Animal" u "Hombre-Perro", que corrobora que siempre, a la corta o a la larga, nos responderán y serán quienes mejor nos entiendan por sobre las palabras y cualquier tipo de directiva.

Con Boro tuve esa etapa de creer que todo lo que tanto tiempo y esfuerzo, además de constancia y repetición, me había llevado y costado había sido poco menos que mal hecho o desestimado e incomprendido por mi perro. Tampoco me desesperó, pero si recuerdo el haber estado un poco afligido por no llegar a entenderme como había soñado con él (al estilo de esas relaciones que uno ve en las películas entre un perro y su dueño) y creyendo que quizás nunca podríamos entendernos más que en los simples comandos de comida, reto o llamada.
Y ME EQUIVOQUÉ. Y mucho me equivoqué ya que no sólo estaba apresurando los tiempos de asimilación que mi perro necesitaba para responderme, sino que además estaba prejuzgando y decretando sin saber en realidad como funcionaba este tema de la educación de nuestros animales, que había fallado como dueño.

Resumiendo. Hoy Boro y yo hemos llegado a un punto tal de entendimiento que va más allá de lo simple de una orden y que me deja en condiciones de asegurarle a todos que nunca hay que desesperar en lo que a educación de nuestros amigos perros se refiere. No desesperar pero sí insistir ya que esa es la clave de la incorporación de "hábitos" que nuestro perro tomará e incorporará, valga la redundancia, en algún momento sin lugar a dudas.

No hay comentarios: