viernes, 13 de julio de 2012

Absolutamente mío.

Siempre creo que he encontrado en mi perro a la más hermosa y obediente criatura del reino animal y pensándolo nuevamente comprendo que simplemente he descubierto, en quien comenzó a ser mi compañero de vida no humano, todo aquello que de alguna u otra manera descubren los dueños de perros desde el primer momento en que comienzan a convivir e interactuar con ellos.
No quiero restarle importancia a mi Boro, para nada, sólo intento ser una persona realista y darme cuenta de que para cada dueño de un perro, es éste el ser más especial del reino animal que pueda existir. O al menos así debería serlo ya que de no ser así algo estaría ocurriendo en esa relación humano-animal en la que ellos (los perros en este caso), siempre nos ganan el corazón a nosotros, sus compañeros humanos.
Pero finalmente quiero dar un giro a esta entrada para enfocarla en la idea de que eso que creo generalmente, cuando sin mucha premeditación pienso y siento sobre mi relación con él, mi perro, es que sí, Boro es uno de los animales (sino el más) más dócil, amoroso, bien predispuesto, alegre, bonachón, agradable, cariñoso, bien intencionado, simpático y comprador (entre otras cosas) de su especie, que he conocido y visto en toda mi vida; sumándole a esto el enorme e inmejorable privilegio de saberlo mío, absolutamente mío.

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