jueves, 10 de noviembre de 2011

Dormilón.

Así se quedaba mi hermoso perro minutos antes de que yo me fuera de casa este jueves aunque creo que esa placidez que se veía en su sueño pronto desaparecería al quedarse solo para pasar a sentirse como todo labrador, obligado a esperarme detrás de la puerta de entrada a casa, donde aguarda mi llegada siempre que salgo sin él.
Sé que ahí se queda porque lo puedo comprobar tocando el piso en el sector de la puerta, ni bien entro a casa para sentir que está calentito, como prueba de que ahí ha estado esperándome.
Por esto y por muchas cosas más, como ya he dicho en otras oportunidades, es que tanto lo amo y disfruto estar con él, con mi Boro hermoso, que es el único que me espera fervientemente y festeja mis llegadas.
Sí, el único, porque como él, nadie podría esperarme jamás.

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