miércoles, 18 de abril de 2012

Ayer. Felicidad en su estado más puro.

Anoche, antes de bajar (vivimos en un edificio de varios pisos) por última vez en el día a Boro a hacer sus deposiciones (este blog trata de la vida de un dueño y su perro así que voy a hablar directamente y sin rodeos total, nadie se va a espantar por leer lo que todos saben que hacen los perros cuando salen a la calle con sus amos) y mientras lo buscaba por el departamento para tal fin, me lo encuentro muy dormido en mi cuarto, arriba de mi cama y en la oscuridad de la habitación que solo era iluminada por el reflejo que llegaba desde el living.
El hecho es que al verlo tan dormilón, tan dulce y tan lindo; y sumado a esto el punto crucial de que yo venía con un dolor de cabeza tremendo, postergué la salida y me tiré con Él quedándome (yo) dormido y continuando (Él) con su sueño plácidamente por algo más de media hora.
Fue una siesta nocturna, desde las 11.20 PM hasta las 11.55 PM apróx., lo que duró este impensable momento que disfruté y seguramente disfrutó Boro también, mientras el silencio y el sueño se apoderó de nosotros dos.
Al cabo de ese tiempo, nos incorporamos y salimos a la calle para dar la última vuelta y volver, y ahí sí, a dormir hasta el día siguiente, es decir hasta hoy.

Así de espontáneo y distendido es el vínculo que tenemos con mi compañerito de vida y que tanto bien nos hace desde que Él llegó a ella. Son constantes mimos al alma que nos damos todos los días. Es Felicidad en su estado más puro.

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