viernes, 1 de junio de 2012

Completan nuestra vida, sin lugar a dudas.

Siempre me alegra saber que debo caer en la cuenta de que estos días de mi vida, junto a Boro, son de los que quedarán definitivamente dentro de los mejores que viva, y el estar a tiempo y dándome cuenta de ello me hace sentir afortunado, es más: afortunadísimo. Lo siento a diario y por eso no me canso de decirlo.
El tener este blog para expresar a diario -o regularmente al menos- la dicha de sentirme el feliz compañero de un perro, y yendo más allá de eso, de un animal; es algo que realmente ennoblece mi vida.
Sí, es así; y creo que todos los que conviven o han convivido alguna vez con ellos quizás puedan entenderme mejor que los que (aún) no lo han hecho, con respecto a lo que intento hacer referencia, porque es la plenitud del afecto y la fidelidad de poder estar al lado de algún ser de esta especie lo que no se compara ni equipara a ningún otro tipo de convivencia o compartir diario.
Por eso acá estoy, como en gran parte de mis entradas, transmitiendo esa felicidad y esa dicha de vivir junto a Boro y poder disfrutar cada día de todo lo que sólo seres tan nobles, transparentes, puros y alegres como los animales pueden transmitirnos y hacernos experimentar viviendo a nuestro lado.
No transmito nada nuevo para cualquier feliz compañero de algún animalito, ya lo sé; pero si comunico y revelo para quienes no saben de estas compañías que seres libres, luminosos y pacíficos como los compañeros de vida -no humanos- vienen a completar definitivamente nuestras básicas, y muchas veces tristes, existencias humanas.

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