Siguiendo con el estilo de la presentación de antes de ayer de la imagen de un momento en el que Boro está en una situación común y cotidiana de su vida ahora les muestro a través de la presente entrada al susodicho rascándose el lomo contra una planta en la plaza.
Arbustos bajos y cualquier tipo de plantas que Él encuentre aptas para ese metier son oportunas en su finalidad de rascado.
Adora rascarse la espalda de esta manera, lo vuelve loco de placer y se le nota en la carita de alegría y satisfacción que pone cuando está en medio de tal empresa; ardua por cierto, y a la que le dedica un breve y fugaz par de segundos pero totalmente intensos y cargados de la potencia y la energía que se requieren para este rascado violento que lleva a cabo valiéndose de la naturaleza misma.
No es de sucio que se rasca, aclaro. Esa vez de la foto por ejemplo, se fue a rascar luego de que yo terminara de cepillar su manto. Es mera costumbre. Y mero placer. Eso presumo. No hay otra.
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