domingo, 12 de mayo de 2013

Tirarnos a disfrutar.

Cada vez que en la salida larga del día nos llegamos hasta una plaza o parque, como en el caso de esta fotografía, Boro hace de todo allí.
A saber: jugar con perros que encuentre, tratar de seducir a perras que encuentre, hurgar por todo el terreno en busca de olores y de ¡vaya a saber que!, correr, ir y venir hacia donde yo esté, y todo lo que en general puede hacer un perro cuando llega a una plaza y quiere pasarlo bien y socializar con el resto de los allí presentes, ya sean perros o humanos.
Yo, como se imaginan, una vez llegados al parque no le sigo el ritmo ni la rutina porque sería agotador además de tedioso para mi.
Entonces me siento en el pasto y escribo entradas para mi blog, leo el libro que esté leyendo en ese momento si es que salí con mochila y lo cargué previendo poder hacer esto, me relajo, o no hago nada ya que no siempre hay que estar haciendo algo y se puede estar en ese lugar de inmensidad que es tan aconsejable frecuentar cada tanto, como el de la nada; ese de la libertad absoluta con respecto a todo y a todos.
Bien, retomando el hilo de esta entrada y como les decía, me tiro al pasto y es ahí que en algún momento llega Boro, puede ser en varios momentos durante su visita al lugar o directamente hacia el final cuando ya jugó e hizo todo lo que quería y se encuentra cansado. Es entonces cuando Él se tira por ahí (como en la foto) y se queda a mi lado descansando en el pasto, también.
Tirados, sí. Los dos. Absolutamente tirados en el suelo. Sintiendo en mi caso la tierra fresca, y por estos días cada vez más fría, y la hierba que crece y es tan lindo percibir en su textura y aroma. Y en el caso de Boro, igualmente tirado descansando y disfrutando de la vida que le tocó en suerte a mi lado, que parece -se nota- le sienta muy bien y la vive a pleno.

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