domingo, 28 de abril de 2013

Si era esto, no tengo palabras...

Cuando mi Toto llegó a casa en más de una oportunidad y producto de mi inexperiencia de tener un perrito viviendo conmigo solo en mi casa y ya no en la de mi familia donde si tuve otras perritas (siempre hembras salvo por el adorable Brandon) pero de las cuales a pesar de ser yo también "su dueño" en teoría y "entre comillas" siempre terminaban ocupándose de ellas mi mamá, mi abuela o alguien de la familia y no yo precisamente.
Bueno, ahora con Boro todo es diferente y lo fue desde el comienzo ya que, como decía, hubo un tiempo en el que pensaba que nunca llegaríamos a entendernos y a cruzar realmente nuestros caminos porque Él era tan pequeñito e indomable a mis órdenes y mandatos por un lado, y tan desapegado y solitario cuando estábamos juntos por el otro, que me aterrorizaba (real) pensar que nunca podría llevar junto a Él una vida como la que quería y que imaginaba de una persona con su compañero de vida animal.
Y sí, era yo un novato en el tema, se nota, y quería resultados inmediatos sin saber que era cuestión de tiempo, de repetición, y fundamentalmente de mucho amor que mi amiguito y yo llegáramos a entendernos.
Y así fue, así paso. Nos entendimos, nos pegamos y comenzamos a querernos y extrañarnos -en el caso de nos estar juntos- de una forma que corroboró que en nuestro caso no sucedería la apatía entre perro y dueño, sino que por el contrario (y muy por el contrario) sería todo completamente opuesto a lo que había imaginado.
Y fue que nos conocimos, nos entendimos, nos quisimos y comenzamos a caminar juntos el camino de compartir felicidad, amor y fidelidad sin perder ningún tiempo extra de este vínculo por cosas externas, que nos alejen o nos distancien en cualquier sentido.
Amo tenerlo a Boro junto a mi, en mi vida. Yo no sabía realmente lo que significaba compartir y entregarse a la vida con un compañero animal, incluyéndolo e involucrándose con Él de verdad y con total honestidad.
Si era esto, no tengo palabras para agradecerlo. Es hermoso. Es lo mejor. Es increíble.
E increíble es también poder hacer (ya sin recelo a que piensen que estoy loco o soy un bobo, o un solitario) una auténtica demostración de lo que este tipo de vínculos deja a las personas que lo viven.
Ni loco, ni bobo, ni solitario; sino una persona que además, o mejor dicho por sobre todo, tiene un perro. Algo fabuloso para el corazón, el alma y la vida toda.

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