Cuando mi Toto llegó a casa en más de una oportunidad y producto de mi inexperiencia de tener un perrito viviendo conmigo solo en mi casa y ya no en la de mi familia donde si tuve otras perritas (siempre hembras salvo por el adorable Brandon) pero de las cuales a pesar de ser yo también "su dueño" en teoría y "entre comillas" siempre terminaban ocupándose de ellas mi mamá, mi abuela o alguien de la familia y no yo precisamente.
Bueno, ahora con Boro todo es diferente y lo fue desde el comienzo ya que, como decía, hubo un tiempo en el que pensaba que nunca llegaríamos a entendernos y a cruzar realmente nuestros caminos porque Él era tan pequeñito e indomable a mis órdenes y mandatos por un lado, y tan desapegado y solitario cuando estábamos juntos por el otro, que me aterrorizaba (real) pensar que nunca podría llevar junto a Él una vida como la que quería y que imaginaba de una persona con su compañero de vida animal.
Y sí, era yo un novato en el tema, se nota, y quería resultados inmediatos sin saber que era cuestión de tiempo, de repetición, y fundamentalmente de mucho amor que mi amiguito y yo llegáramos a entendernos.
Y así fue, así paso. Nos entendimos, nos pegamos y comenzamos a querernos y extrañarnos -en el caso de nos estar juntos- de una forma que corroboró que en nuestro caso no sucedería la apatía entre perro y dueño, sino que por el contrario (y muy por el contrario) sería todo completamente opuesto a lo que había imaginado.
Y fue que nos conocimos, nos entendimos, nos quisimos y comenzamos a caminar juntos el camino de compartir felicidad, amor y fidelidad sin perder ningún tiempo extra de este vínculo por cosas externas, que nos alejen o nos distancien en cualquier sentido.
Amo tenerlo a Boro junto a mi, en mi vida. Yo no sabía realmente lo que significaba compartir y entregarse a la vida con un compañero animal, incluyéndolo e involucrándose con Él de verdad y con total honestidad.
Si era esto, no tengo palabras para agradecerlo. Es hermoso. Es lo mejor. Es increíble.
Si era esto, no tengo palabras para agradecerlo. Es hermoso. Es lo mejor. Es increíble.
E increíble es también poder hacer (ya sin recelo a que piensen que estoy loco o soy un bobo, o un solitario) una auténtica demostración de lo que este tipo de vínculos deja a las personas que lo viven.
Ni loco, ni bobo, ni solitario; sino una persona que además, o mejor dicho por sobre todo, tiene un perro. Algo fabuloso para el corazón, el alma y la vida toda.
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